Despedida del mes de Mayo

 

José María Zandueta Munárriz

 

 

Envuelta en una luz más esplendente
que el fulgor cenital del mediodía,
mírame con amor, Virgen María,
cuando a tus pies me postro, reverente.

Sube a mis labios el deseo ardiente,
de recitarte en larga letanía
duelos y gozos, llanto y alegría,
misterios de un Rosario trascendente.

El don primaveral surge a la vida
en el tradicional mes de las flores
rebrotando sin pausa y sin desmayo.

Florezca mi oración, Madre querida,
al desgranar tus gozos y dolores
en él florido altar del mes de Mayo.