Pues que tú, Reina del cielo, tanto vales...

 

Juan del Encina

 

 

Pues que tú, Reina del cielo, 
tanto vales, 
¡da remedio a nuestros males! 

Tú, Virgen, que mereciste 
ser Madre de tal Señor, 
le pariste sin dolor; 
pues con nuestro Salvador 
tanto vales, 
¡da remedio a nuestros males! 

Tú, que del parto quedaste 
tan virgen como primero; 
tú, Virgen, que te empeñaste 
siendo virgen por entero; 
pues que con Dios verdadero 
tanto vales, 
¡da remedio a nuestros males! 

Tú, que te dicen bendita 
todas las generaciones; 
tú, que estás por tal escrita 
entre todas las naciones; 
pues en las tribulaciones 
tanto vales, 
¡da remedio a nuestros males! 

Tú, que tienes por oficio 
consolar desconsolados; 
tú, que gastas tu ejercicio 
en librarnos de pecados; 
tú, que guías los errados 
y los vales, 
¡da remedio a nuestros males! 

Tú, que estabas ya criada 
cuando el mundo se crió; 
tú, que estabas muy guardada 
para quien de ti nació, 
pues por ti nos conoció, 
si nos vales, 
fenecerán nuestros males.