De Nuestra Señora

 

Juan del Encina

 

Pues que tú, reina del cielo, 
Tanto vales, 
Da remedio a nuestros males. 
Tú, que reinas con el Rey 
D'aquel reino celestial, 
Tú, lumbre de nuestra ley, 
Luz del linaje humanal; 
pues para quitar el mal 
tanto vales, 
da remedio a nuestros males. 
Tú, Virgen, que mereciste 
ser Madre de tal Señor, 
tú, que cuando lo pariste 
Lo pariste sin dolor; 
pues con nuestro Salvador 
tanto vales, 
da remedio a nuestros males. 
Tú, que del parto quedaste 
tan virgen como primero, 
tú, Virgen, que te empreñaste 
siendo virgen por entero, 
pues que con Dios verdadero 
tanto vales, 
Da remedio a nuestros males. 
Tú, que lo que perdió Eva 
cobraste por quien tú eres, 
tú, que nos diste la nueva 
de perdurables placeres; 
tú, bendita en las mujeres, 
si nos vales 
darás fin a nuestros males. 
Tú, que te dicen bendita 
todas las generaciones; 
tú, que estás por tal escrita 
entre todas las naciones; 
pues en las tribulaciones 
tanto vales, 
da remedio a nuestros males. 
Tú, que tienes por oficio 
consolar desconsolados; 
tú, que gastas tu ejercicio 
en librarnos de pecados; 
tú, que guías los errados 
e los vales 
da remedio a nuestros males. 
Tú, que tenemos por fe 
ser de tanta perfección, 
que nunca será ni fue 
Otra de tu condición; 
pues para la salvación 
tanto vales 
da remedio a nuestros males. 
¿Quién podrá tanto alabarte 
Según es tu merecer? 
¿Quién sabrá tan bien loarte 
Que no le falte saber? 
Pues que para nos valer 
tanto vales, 
Da remedio a nuestros males. 
¡Oh madre de Dios y hombre! 
¡Oh concierto de concordia! 
Tú, que tienes por renombre 
Madre de Misericordia; 
pues para quitar discordia 
tanto vales, 
da remedio a nuestros males. 
Tú, que por gran humildad 
fuiste tan alto ensalzada, 
que a par de la Trinidad 
tú sola estás asentada; 
y pues tú, Reina sagrada, 
tanto vales, 
da remedio a nuestros males. 
Tú que estabas ya criada 
Cuando el mundo se crió; 
tú, que estabas bien guardada 
para quien de ti nació; 
pues por ti nos redimió, 
si nos vales 
fenecerán nuestros males. 
Tú, que eres flor de las flores; 
tú, que del cielo eres puerta; 
tú, que eres olor de olores; 
tú, que das gloria muy cierta, 
Sí de la muerte muy muerta 
no nos vales, 
No hay remedio en nuestros males.