Eres río de gracia

 

Juan Polo Laso

 

 

- I -

El pozo con la higuera. Fue el paisaje. 
Enaltecido a veces con la nieve. 
La Virgen brega y canta, reza... y mueve 
el corazón de Dios con su bagaje.

Entonces llegó el ángel; y el mensaje 
floreció entre sus labios, liso y leve. 
María está pasmada, ni se atreve
a desatar la flor de aquel ramaje.

El aire sublimado por el vuelo 
canta: «feliz, feliz», «graciosa eres», 
«y el mundo es bendecido en tu semilla».

Y nosotros ceñidos de consuelo: 
«escogida entre todas las mujeres», 
«dichosa», «arca de Dios», «su maravilla».

- II -

La oscuridad al alba detenía
cuando brilló la curva de tu seno,
y remozando la aridez del heno
lágrima se hizo, resplandor del día.

Consumada, tu sangre florecía, 
manantial que alegraba huerto ajeno.
Gozabas y gemías. Qué sereno 
el gesto de tu voz en lejanía.

Yo pasaba llorando mis pesares 
y te vi entre los ángeles, señora, 
y a Jesús que se alzaba en tu regazo.

Nos miraste. Qué vuelo de cantares. 
El temblor de la carne pecadora 
iba ensanchando el arco de tu abrazo.

- III –

Dios te salve, paloma estremecida, 
ciprés delgado que fatiga el viento, 
Rosa de Jericó, seguro aliento 
del pueblo que te busca a su medida.

Tú nos diste la autora de la vida 
y fuiste de Yavé pedal y asiento, 
tú llevas en ti misma el argumento 
de nuestra pobre carne redimida.

Dios te salve, María, la más buena, 
bendita por tu gloria y por tu pena; 
que sosiegue tu fe tantos temores.

Guía, Señora, tú nuestro destino, 
y seas nuestra flor en el camino 
que se alumbra en tus altos miradores.