¡Si a bien decirte acertara...! 

 

Juan Sánchez Trujillo

 

 

Quién alabarte supiera como mereces, María! 
!Cuánta dicha y alegría en alma y labios hubiera,
si, deslumbrado a la vera de tu grandeza preclara,
con la palabra acertara que mejor te felicita!
!Más honor, Madre bendita, mi loa jamás soñara!

!Quién te pudiera alabar como mereces, María!
La más bella letanía desgranada ante tu altar
apenas tu singular belleza deja entrever.
Mas !qué inefable placer dejar nuestros labios rudos
elocuentemente mudos, fascinados por tu ser!

!Quién te supiera alabar como mereces, María!
Es tan noble tu armonía y es tu encanto tan sin par,
que, de no acertar a dar con tu Palabra Encarnada,
nunca una loa apropiada sabrá el hombre hacer de ti.
!Tan toda te presentí y mi alabanza tan nada!

!Quién alabarte pudiera como mereces, María!
De Gabriel aprendería la alabanza más certera
y quedaría a la espera de lo que piensas de ti,
Para poderte yo así con humildad reverente
musitarte dignamente lo que de ti, Madre, oí.

¡Bendita, Imagen perfecta de la Iglesia que formamos! 
En ti todos encontramos, Hija de Dios predilecta, 
la matriz que nos conecta con tus hijos fraternales. 
Y tanto, Madre, nos vales, que la familia eclesial 
con tu oración maternal bienes halla y fuga males.

¡Bendita, Virgen oyente, que, oyendo al ángel con gozo, 
llenaste de Dios el pozo de tu corazón silente! 
De Agua Viva así una fuente brota en tu seno profundo 
con el rocío fecundo del Espíritu, tu Esposo... 
Y allí en remanso y reposo la Vida anidas del mundo.

¡Bendita, Virgen orante que, agraciada cual ninguna 
con la más humilde cuna del más elocuente Infante, 
con alegría vibrante magnificas al Señor, 
y a la instancia de tu amor haces que tu Hijo divino 
el agua convierta en vino para la Fiesta Mayor!

!Bendita, Virgen fecunda, que a tu Señor diste a luz! 
A la sombra de la cruz en tu concepción segunda 
tu seno de hijos se inunda dados a luz en el llanto.
¡Cuánto el Espíritu Santo, y qué fértil fue tu seno, 
tan habitado y tan lleno de Linaje tal y tanto!

¡Bendita, Madre oferente, templo más puro que el templo, 
donde absorto te contemplo ofreciendo limpiamente 
a tu Cordero inocente, Víctima pascual mañana! 
¡Qué sana está esta manzana que del árbol de la Vida 
ofreces, Madre querida, a Dios y a la raza humana!

¡Bendita Tú, vigilante, que, aunque la noche era oscura, 
no le diste sepultura a tu esperanza expectante 
de ver glorioso y triunfante a tu grano sepultado! 
Con tus hijos a tu lado y tu lámpara encendida 
velas, Madre, la venida del Esposo deseado..

Recibe, Virgen Asunta llegada ya a tu destino,
este canto vespertino que en esperanza conjunta
canta que su flor apunta as ser tu fruto total.
Llévanos a tu final, Hermana, Madre y Amiga,
porque te alabe en espiga nuestro grano candeal!.