María el pan y el vino 

 

Fray Ángel Martín Fernández

 

 

Tú amasabas el pan, Virgen María,
del color de la tierra,
lo cocías sin prisas
sobre el calor amable de unas piedras.
Tú lo ponías amorosa
sobre una rubia tabla de madera,
y al bendecirlo, alzaba recogido
José la mano diestra.

Jesús, callado, adivinaba
con perspicaz mirada de profeta,
que en el pan se escondía
un milagro de amor, porque amor era
compartirlo entre todos,
los tres sentados a una misma mesa.

Casi olvidado en un rincón,
en un cuenco de vino,
muñido a mano de unas uvas negras,
esperaba su hora todavía
un sorbo oscuro como noche ciega.