Mujer nueva, primavera de pascua. María de mayo

 

José Luis Quintero Sánchez

 

 

Mujer nueva nacida en la Pascua,
fruto bendito de las entrañas del Hijo
que en su humanidad ahora resucitada
engendra hijos de Dios en el seno del Espíritu.

Discípula de la primera hora,
llamada a la conversión y al seguimiento;
expectante de la nueva creación
y gemido del Espíritu que inaugura
Cielo nuevo y Tierra nueva,
mientras se anuncia la llegada
humilde y fecunda del Reino.

Bienaventurada con los pobres y compasivos,
con los pacíficos, limpios y sedientos
de justicia;
reclamando la cercanía de! Reino
y acogiendo gozosa la paternidad de Dios.

Sorprendida por la mirada del Abba
y sobrecogida por su abajamiento;
cautivada por sus entrañas amorosas
y disponible por su amor seductor.

Arrebatada por la pasión del Hijo,
atravesada por el dolor de la humanidad
en el silencio abismante del Misterio.

Desdichada y desheredada,
entre las viudas de Israel;
y amasada por el amor fiel de Yahvé,
rica con la confianza que da ser su porción.

Suplicante con la queja del justo perseguido,
con el lamento del pobre humillado
y maltratado;
doliente con el enfermo que grita
desde su lecho al Dios de la Alianza.

Orante agradecida por la Alianza renovada
y recreada en la Pascua del Hijo;
plegaria renacida en la herida amorosa
del Espíritu que clama en nosotros.

Hija del Espíritu del Resucitado,
hecha germen y semilla;
seno de vida nueva,
fruto bendito de la Pascua.

Testigo de la novedad amorosa del Padre,
de la comunión ofrecida en el Espíritu,
de la entrega vivificada del Hijo.

Bendita Tú, fruto bendito de la Pascua,
en quien vemos y sentimos
tan gozosa y fecunda novedad.

Criatura nueva renacida en la Sangre del Hijo,
en la fuerza del Espíritu de las manos del Padre.

Acogedora de la palabra, poseída por su Reino,
expectación de su realización.
Suplicante y anhelante en nuestra humanidad
hecha de sombra y luz.

Hija de la Pascua en trance de plenitud.