Con nuevas galas

 

Carmen Conde

 

 

Con nuevas galas de la tierra mía,
sus pétalos abrieron arrobadas,
para adorarte aquí, Virgen María,
blancas flores, azules y encarnadas.

El clavel y la adelfa perfumada,
anémonas, jacintos, la gardenia,
la angélica azucena inmaculada
y el lirio azul del campo te hacen venia.

Para formar el trono en que destellas,
hizo el Señor toda la luz del cielo,
los ardores del sol, y las estrellas
y la pálida luna con desvelo.

Mas, todo ese fulgor se desvanece
cuando tú, rosa mística encendida,
alumbras en las almas y estremece
el corazón de gracia preferida.

Todas las flores de esta noble tierra
su perfume te ofrecen extasiadas
en tu gloria sin par, de mar a sierra,
blancas flores, azules y encarnadas.

Divina Madre del Señor, clemente
guarda esta patria con su estrella pura.
Fuiste jurada Reina de su gente,
que vive al resplandor de tu hermosura.

Sagrada flor de todos los amores
la tuya es la que eterna nos aroma
este camino de los mil dolores,
que el mal nos ensombrece cuando asoma.

Acéptame las flores, ¡oh María!,
que fiel te ofrezco con el alma ansiosa
de ser tu esclavo. Portan mi alegria
oculta, y mi esperanza jubilosa.

Y más, si las bendice tu mirada
que en Dios posara dulce a su cuidado,
Con tu amor maternal, Inmaculada,
seré dichoso por el don logrado.

Con nuevas galas de la tierra rnfa,
sus pétalos abrieron arrobadas
para adorarte aquí, Virgen María,
blancas flores, azules y encarnadas.