Pentecostes

 

S. Nieva y Calvo

 

 

Al Cenáculo vueltos, prevenido,
y en él perseverando en oraciones,
el Espíritu Santo prometido
esperaron con altas atenciones:
Matías, entretanto fue elegido
en apóstol por justas peticiones
de María, su Reina presidente,
y de otros Fieles, que eran ciento veinte.

Después de otros diez días, en la fiesta
de Pentecostés, en su fe asistiendo,
fue oído con probanza manifiesta,
en la casa un suave raro estruendo:
y con gloria divina, y antepuesta,
su luz el Santo Espíritu infundiendo,
lenguas de fuego vieron encendidas,
sobre aquellas cabezas escogidas.

Llenos de aquel amor, y santa ciencia
difusa en las sagradas luminarias,
todos con energía y elocuencia
comenzaron a hablar en lenguas varias:
pero en esta conforme competencia,
y mercedes de Dios extraordinarias,
comunicó su espíritu asistente,
gracia a María más copiosamente.