Romance de la Huida

 

Juan Gutierez Padial

 

 

José, palido de Luna,
taladraelo de silencio,
aliña en su tocador
con una cincha de cuero
y una faja de madroños
la barriga del jumento.
Barriga ele estaño y plomo
como las noches de enero.
Paso de la Cofradía
bordá de pájaros negros,
peana de la Custodia,
retablo del Sacramento,
borracho de lirios blancos,
jazmines y crisantemos.
La Vírgen dobla mantillas.
El Niño sigue durmiendo,
soñando con las palmeras
en la arena del desierto.

Procesión de las navajas.
Polvo de sangre en los vientos.
Sobre las lomas barruntan
la carne muerta los cuervos.
El aire peina coronas
de clavelones morenos,
geranios y tulipanes
con rosas de terciopelo.

Los gemidos ele Raquel
taladraron el silencio.
La noche segó la albahaca
y rompió los maceteros.
Noche borracha de sangre
arropá en su manto negro.
En las calzadas del barrio
lamieron sangre los perros.

Allá va mordiendo estrellas
en la arena del desierto,
bajo toldilla de insomnios,
la Cofradía elel Silencio.
José dibuja lagartos,
clavellinas y luceros
que no profanan los duendes
ni osará borrar el tiempo.
La Virgen mira hacia atrás.
El Niño le besa el pecho.
jugando en él a las norias
que ha visto por el desierto.
Las golondrinas le tiran
dátiles y caramelos
y exploran la geografía
pa que no pierda el sendero.