Camino del Calvario

 

Juan López de Ubeda

 

 

Por el rastro de la sangre
que Jesucristo dejaba
va caminando su Madre:
quiebra el corazón miralla.
Las palabras que decía
son de mujer lastimada,
y cuando mira la sangre
por el suelo derramada,
acrecienta los suspiros
con dolor y ansia extraña.
Dice que va con prisiones
y con soga a la garganta,
y como un ciervo herido
que con sed va a buscar agua.

Está mirando a su hijo,
que el alma se le arrancaba,
que casi no le conoce,
dícele desta manera,
la cara desfigurada
con la voz llorosa y mansa:
¡Oh cordero sin mancilla!
¡Oh cordero que quitabas
los pecados con tu muerte
del mundo que tanto amabas!
y estando en la cruz clavado,
vio a su Madre fatigada,
y no la pudo hablar
sino sólo una palabra.