Cuarta Estacion

 

José María Pemán

 

(Jesús encuentra a su Madre en el camino del Calvarlo)
¡Oh, las madres que visteis morir entre los brazos
a un solo único hijo, llevándose a pedazos
el corazón!
Recordad el dolor
de aquella última noche del pulso, del termómetro,
del hielo, del sudor, de la sábana limpia y del mullir  la almohada.
y ese bajar, escalón a escalón, la escalera empinada
del "ya no habla...' 'ya no mira,
«ya no se siente el pulso...»«ya apenas si respira».
La estación cuarta es una Madre, acongojada y fiel,
en un sendero: aceptando la pena que venía por él...
No dice una palabra: que las palabras todas han  huido
como en día de truenos los pájaros del nido.
Está inmóvil, delante de su Hijo, como queriendo ser
nada más que una Idea.
Está abriéndole el alma, como un libro, para que él  se la lea.
Se ofrece toda. No le regatea
al dolor, ni un rincón del corazón.
Como en una bahía se entraban en tu alma las pleamares
de la agonía y la resignación.
Así te doctorabas en pena, en esperanza, en   aflicción,
igual que se doctora entre las flores,
de flor a miel, la abeja en la dulzura y la paciencia.
¿Fue para IIÚ, doctora de rigores,
para quien tú cursaste tan dulce y clara ciencia?