Retorno del calvario

 

Marcos R. Blanco Belmonte

 

Por los caminos de la Amargura
-piedras de sangre, polvo de llanto                           por el sendero de los dolores
largos, muy largos...,
sin un gemido, sin un sollozo,
vuelve la Madre desde el Calvario.

Toda silencio. Mortal silencio
sella sus labios;
la frente inclina con el agobio
de su quebranto,
y en lo más hondo del alma-cielo
lleva la imagen del Hijo amado...

Llora la Madre cuando desciende
desde el Calvario.

Para su pena no existe olvido,
tregua ni bálsamo..
y si recuerda la dulce infancia
del Adorado,
y si memora su hogar dichoso,
y si recuerda los tiernos brazos
que de su cuello fueron caricias..
tiembla en congojas de fiero espanto,
porque su Niño, siendo inocente,
sufrió el castigo de los malvados
porque está rota su santa vida,
porque sus brazos
ya no se mueven, ya no bendicen,
y ya no siembran sin un descanso
el pan sublime de las verdades
que lo divino puso en lo humano...

Y cuando baja la Dolorosa,
-mustia azucena, lirio tronchado-,
cuando vacila por el sendero
largo, muy largo,
pobres mujeres la compadecen,
santas mujeres siguen sus pasos,
y alguien murmura:
-Ved a la Madre
del supliciado,
ésa es la Madre del Nazareno
que hoy ha sufrido muerte y escarnio.

Siempre en silencio llora la Madre,
y hay en su llanto
misericordia por los que sufren,
por los que viven siempre llorando,
por cuantas madres haya en el mundo
que a un hijo miren sacrificado
sobre la cumbre de sus dolores,
y en la amargura de su Calvario...