¡Madre Mía!

 

José Maria Gabriel y Galán

 

¿¿No me has dicho, musa mía,
que te placen cosas bellas?
Pues viértete en la armonía,
que es centro de todas ellas
la belleza de María,
la más grande santidad.

¿No tienes para la alteza
de cosas pura tonada?
Pues la esencia, la riqueza,
el sol de toda pureza,
¡es María Inmaculada!

Rima y canta, musa adusta.
¡Canta el misterio insondable
cuya grandeza te asustat.;
La Divína Madre Augusta
con los pobres es amable.

Yo la he visto sonriente
escuchando el balbuciente
decir de rudos cantares
que ante míseros altares
le rimaba ruda gente...

Gente de sano vivir
que al sentirla Inmaculada
le cantaba su sentir.
El del alma enamorada
es el más bello decir:
¡Madre mía! ¡Madre mía!
¡Que beba mi poesía
pureza de tu pureza!

¡Que aprenda a tomar belleza
de tu belleza, Maria!
¡Que suba tu amor ardiente
del corazón del creyente
a la mente del poeta,
y oirás el himno ferviente
que el gran misterio interpreta!

¡Que el mundo pura te adore!
¡Que te cante y que te implore!
¡Que tú le mires amante
cuando rece, cuando llore!

Y que una voz concertada
diga ante tanta grandeza
la Humanidad posternada:
¡Gloria a Dios en la pureza
de María Inmaculada!