Mater juventutis

 

Pedro Miguel Lamet

 

Joven y alegre,
ensenada tranquila de mis años bullentes
y palabra en susurro, acogedora, -Madre-
tan yema y tan jazmín sobre mi frente.

Estás allí.
Tras los ritmos sonoros de mis pasos de niño
y en el viento sin rienda
del correr por los sueños,
con pena.

Más allá del ruido de las calles repletas,
de los claxons y beatles,
tras los hombres con prisa
y los libros de texto
con reválidas viejas,
tras mi amor juvenil...

Te descubro en el aire,
vislumbrándolo todo
con trajines de pasos en la sombra querida
de esta rota morada,
con chasquidos de. llaves
tan claras.

En tus ojos de agua
con fragancia de noches
-platanares dorados-                                            aprendi a reposar,
el quebrar inquietudes,
el beber los mensajes,
un perderme en espumas
de mar.

Te me hiciste silencio
en las tardes metálicas
de monótono empeño.
Te me hiciste acogida
con frescura de sauce
en la larga vereda
de cansancio y de sol.
Allí estás
con las manos riendo entre notas azules,
alentando, tan mía,
esta lucha del ser.

Caracola con música,
tensa vela en blancura,
suave brisa en perfume
poema limpio que alumbra,
Virgen mía entrañable,
para todo momento...
en la noche sin luna,
¿dónde estás?