Virgen que el sol más bella 

 

Miguel de Unamuno

 

 

Virgen que el sol más bella, 
Madre de dios, que es toda tu alabanza; 
del mar del mundo Estrella, 
por quien el alma alcanza 
a ver de sus borrascas la bonanza, 

en mi aflicción te invoco: 
Advierte, ¡oh gran Señora!, que me anego; 
pues ya en las sirtes toco 
del desvalido ciego 
temor, a quien el alma ansiosa entrego. 

La voluntad que es mía, 
y la puedo guardar, ésa os ofrezco, 
Santísima María: 
mirad que desfallezco; 
dadme, Señora, el bien que no merezco.