Dulce María

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Princesa celestial, dulce María 
Que llenas mi alma triste de alegría 
Y sacas de su lóbrega agonía
Mi mente, mi pesar y mi acedía.

Tu vida y tu obediencia, son mi ejemplo,
Elevan mi visión al sacro templo
En que habitas colmada de contento 
Que yo quisiera compartir contigo.

¡Oh! Santa reina madre, que en el Cielo
Esperas con ternura, que mi anhelo 
Se cumpla con Jesús y en mi consuelo
A ti te miro y tengo por modelo.

Prudente y soberana madre mía,
Si madre de Jesús en su agonía, 
También de sus hermanos eres guía
Y en la resurrección, su compañía.

Madre común de todos los mortales 
¿Quien más que tú sufrió tan negros males,
La envidia y la maldad descomunales
Del mundo y sus acciones criminales?