Encontré a María

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Mi vida entera y triste me la he pasado en vano 
Viviendo para el vicio, la altivez  y el pecado 
Rebelde contra todo me hallaba en tal estado 
Que todo mal hacía, orgulloso y ufano. 
 
Busqué la paz perdida y el santo amor cristiano, 
La santidad perdida, y ya desesperado 
Me encontré de María, la madre del amado, 
El poder que plegara mi talante pagano. 
 
El misterio de Dios que se encarna en humano, 
Toma forma en su cuerpo y moldea su vida, 
Engrandece su alma, y esta jamás olvida 
Que el ser que ha concebido es ya su santo hermano. 
 
Inclinó su cerviz sometida al llamado, 
Sin atisbo de duda o tarda resistencia 
A la entrega total, en perfecta obediencia, 
Y el prodigio del Cielo quedó ya realizado. 
 
Tomó su decisión esplendorosa y viva 
No ponderó otra opción, ya había sido elegida 
Para encarnar a Cristo, portadora de Vida 
Y a los que adoran es como ramo de oliva.