Escucho a María

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Escucho sus palabras y olvido mi pasado; 
Ya todo ha concluido. Incluso mis pesares 
Parecen diluidos, sobre los anchos mares 
Del arrepentimiento de lucha y de pecado. 
 
No escucho las llamadas ni los cantos del mundo, 
Ni quiero las riquezas que vanas se disuelven; 
Ya más en nuestra vida, ni renacen ni vuelven, 
Y solo queda el sello de Dios, recio y rotundo. 
 
Admiro de María su ciega confianza; 
Virtud tan admirable que brilla cual lucero, 
En cosmos infinito de ignoto derrotero. 
 
Ella a mi vida otorga aliento y esperanza 
Y es para mí, camino y sólido asidero, 
Para libar de Cristo cual manso colmenero.