Madre desciende

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

¿Y bajas ¡Oh María! cruzando la frontera 

 Del sosegado nido donde el Cielo te canta,

A unirte con humanos que seca su garganta,

De tu maná divino, se sacian a tu vera?

  

¿Y cambias tu serena estancia en esa esfera, 

Por esta de ponzoña, en donde todo es trampa,

Que hasta al hombre más santo la fe y valor quebranta, 

Solo por darle al mundo tu fresca primavera?

  

¿Dejas la enseña limpia, la llama poderosa 

Que incendia la grandeza del reino de los cielos,

Para adornar al mundo con guirnalda  preciosa?

  

A ti vengo, María, madre del Cristo hermosa; 

En tu tibia ternura yo prendo mis anhelos, 

Y huelgo agradecido en tu alma generosa.