María jilguero

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Airoso pajarillo, que el encanto 
De la bella estación has ofrecido 
A todos los hijuelos que han creído, 
La voz de aquel que los amara tanto. 
 
No yerra quien de ti da oído, al canto 
Divino del amor enardecido, 
Que Jesús ofreciera escarnecido 
Sufriendo de la afrenta y el espanto. 
 
¡Quien diera que en perpetua primavera, 
Oyesen los humanos tu canción 
Viniendo a ti en risueña sumisión! 
 
Serás eternamente la primera, 
De Dios perla preciosa de elección 
Sellada para nuestra salvación.