¡Qué libertad!

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Lanzando fuera el peso del pecado 
Que en cárcel de tormentos me tenía,
Clamando y entregándome a María 
Salí de tan infortunado estado. 

No fueron mis esfuerzos de penado 
Que libraron mi alma de agonía,
Sino ella, mi madre y mi alegría,
Que acogió al pecador desesperado. 

Ya no quedan retazos del pasado, 
Que seca cual crisálida he dejado
La ergástula que ahogó mi amor sagrado. 

¿Y voy a dar por huero o por errado 
El trance en que María cambió mi estado
Por este en que ando en ella desatado? 

Sin roce ni altercado
Sigo en Jesús, y sigo con María
Y así canta de gozo el alma mía.