Ciego 

 

Rafael Ángel Marañón

 

 

Ciego ante sus clamores y su encanto,
Sordo ante sus llamadas amorosas,
Mudo ante sus palabras ardorosas,
Así viví con pena y con espanto. 

María fue lucerna, mi luz, ejemplo en tanto
Dio luz cuando en tinieblas tenebrosas
Sufría en pesadillas espantosas 
Sin paz, ni luz; con ansia y triste llanto. 

Me dio su amor que, ciego yo ignoraba,
Prendido en desgarradas fantasías,
Y a la sublime cumbre me elevaba. 

La vista puesta en ella me alumbraba, 
El sol pleno de gozo y alegrías
Que es Cristo al que perdido, yo buscaba.