Te llamarán Esperanza

 

Reyes Prieto Parejo

 

 

Aquí me tienes Señora, 
dispuesto a aprender de Ti, 
Maestra en decir que sí 
cuando Dios marca la hora. 
Madre, que aguarda la aurora 
sin medir la madrugada 
y siembras confianza en cada 
surco de humana aventura, 
¡ Cuánta Esperanza en la pura 
dimensión de tu mirada ! 

Se enjoya el salmo y exclama 
con una letra, la tuya. 
Nunca tan breve aleluya 
subió a tan límpida rama. 
Es el nombre que te llama 
en la libre esclavitud 
que acude con prontitud 
y todo en Dios lo confía. 
¡ Cuánta Esperanza rocía 
tu venero de virtud ! 

Esperas a Dios y esperas 
tu destino en su llegada 
por la cuenca Inmaculada 
de tu ser. Las primaveras 
adornan sus sementeras 
con tu gesto generoso. 
Y Dios Todopoderoso 
hace huella en tu avenida. 
¡ Cuánta Esperanza fundida 
en ese crisol hermoso ! 

Un encaje de rumores 
deja el río cuando pasa. 
Como velero, tu casa 
se mece entre los mejores 
y más trianeros primores 
de luz guadalquivireña. 
El río con la mar sueña; 
yo, en tu cristalino ejemplo. 
¡ Cuánta Esperanza en el templo 
de tu virginal enseña ! 

Te pronuncio levemente 
y guarda esa levedad 
la escogida libertad 
de ofrecerse enteramente 
y en espíritu presente 
sin rescoldo en esa entrega. 
Que la cosecha se siega 
sin precisar el momento 
¡ Cuánta Esperanza hecha Adviento 
en tu presencia me llega ! 

Enséñame la plegaria 
de tu dádiva gratuita, 
ésa que llevas escrita 
en la sin par luminaria 
de tu corazón. Diaria 
flor de floración constante. 
La voluntad de Dios ante 
todo. Él por su pie camina. 
¡ Cuánta Esperanza germina 
la gloria de tu semblante ! 

Con decir la O se dice 
ese bienaventurado 
y tan dulcísimo estado 
y que en Ti la historia bendice. 
Para que el rizo se rice 
basta entonar la vocal 
de tu nombre, esa inicial, 
troquel de suprema vida. 
¡ Cuánta Esperanza escogida 
sin pecado original ! 

Del perfil que Dios tallara 
se percibe a Dios gozando. 
Provoca a la luz negando 
otra evidencia más clara 
la plenitud de tu cara. 
Y yo, pobre de mi fijeza 
de acercarme hasta tu alteza 
por mi alma en Ti aprende. 
¡ Cuánta Esperanza desprende 
tan aniñada belleza ! 

Esa predisposición 
de plegarse a un alto plan 
y ser espiga de pan 
que alimenta nuestra unión 
La absoluta Expectación 
que sólo en Dios tiene fin 
y beber el tiempo sin 
miedo a despedir el yo 
¡ Cuánta Esperanza en la O 
de tu grávido jazmín ! 

Ese saber aguardar 
y escuchar y abandonarse 
y sorprenderse y vaciarse 
el ser y no ser y dar 
y todo a fuerza de amar. 
A Dios dejarlo venir 
y vivirlo y bendecir 
ese sagrario interior. 
¡ Cuánta Esperanza en tu amor 
sintiéndote a Dios vivir !