Fátima

 

Gloria O. J. Martinez

 

Un celeste fulgor llamó en los prados 
a Jacinta, a Francisco y a Lucía:
callaron los pastores asombrados 
escuchando el mensaje de María.

Que oraran por los pueblos extraviados, 
la dulce Virgen Blanca les decía;
que lloraran los hombres los pecados, 
con piedad maternal les repetía.

De aquel llamado misericordioso 
bajó hasta el mundo el eco milagroso, 
rumor de Avemaría en nuestro oído...

Habló de paz la Reina del Rosario
y hasta el sol se agitó, como incensario 
entre el cielo y la tierra suspendido.