¡Qué distinto era todo! 

 

Padre José Luis Martín Descalzo

 

 

Volví (a Nazaret) y aquéllos fueron 
los meses más intensos de mi vida. 
En el pueblo y en el mundo 
todo seguía lo mismo. Pero ¡que distinto 
era todo! 
Las casas continuaban en su sitio, 
los hombres seguían estando ciegos, 
seguían siendo tristes y esperando 
sin saber qué esperaban. 
Y solo yo entendía que el mundo había 
cambiado, 
que el Redentor ya estaba entre nosotros, 
por mí y en mí, creciendo en mis entrañas. 
Alguna vez temía que todo hubiera sido un 
sueño, 
pero aquel niño pesando en mis entrañas, 
nacido sin varón, era la prueba 
de que Dios se acordaba de nosotros.