Vengo a rezarte, Madre

 

Padre Juan Manuel del Río C.Ss.R

 

 

Siempre es tiempo de amar, me dijeron.
Pensé: pues si rezar es amar
yo vengo a rezarte, Madre,
con la puerta del corazón entreabierta
dejando un resquicio de luz prestada
al mediodía de mi voz incierta.

Y si al rezar nada tengo que darte,
no te preocupes, Madre,
que a cambio, yo sabré rogarte
por quienes aman la vida
y al amar, 
el tiempo les parece una eternidad.

Y si de tanto llorar por mí
tienes niebla de llanto en tus ojos
no te preocupes, Madre,
que a cambio, no me cansaré yo de mirarte a ti
y al mirarte pondré música en tus labios
en una partitura inédita de besos.

También te pido, Madre, 
que aunque mis labios por ignorancia no expresen 
lo que en el corazón siento,
sigas amándome, por más que no lo merezco,
ahora que más te necesito,
ya que eres tú, Señora Santa María,
la Madre de mi Señor bendito,
y yo un estándar e infeliz pecador
que tan sólo viene a implorar con cariño
una humilde migaja de tu maternal amor.