Reino de eternidad

 

Eleuterio Fernández Guzmán 

 

 

Iluminada la mañana, otorgando a la luz la dicha que le corresponde,
haciendo de cada afán un misterioso devenir de nuestra vida,
vemos acompañado el camino que trazamos en cada paso
con la gracia de tu visión, María Madre, con la verdadera esencia
de la entrega fundamentamos un quehacer que nos libera
de este mundo-valle tan incierto y tan perecedero.

Vestida nuestra alma, de algún modo infinita por tu presencia,
vertebramos nuestras manos con recuerdos de versos
que sobre ti hablan, que de tu amor narran las hojas
que del calendario caen, haciendo estrepitoso el paso del tiempo.

Resueltos a tener como fin y destino el Reino del Padre,
vencedores del hastío y del aburrido mirar sobre una canción triste,
suenan en nuestras sienes los clamores fugaces de la lejana noche,
estímulo para que los dedos escancien los aromas   que de ti
tienen, momento oportuno para demandar a Dios ayuda y auxilio
que por ti nos llegan, María Madre, que tu función santa ilumina
con el terciopelo del arraigado venir hacia nosotros.

Llegado el día de la entrega y la soñada presencia ante tu estancia
sea dado por el Padre la ocasión para admirar tu rostro,
para reconocer, en la eternidad de ese Reino, lo que tanto buscamos,
ahítos de amor y de voluntad libremente manifestada,
amando lo que tanto hemos descrito.