Saludo a María

Padre Tomás Rodríguez Carbajo 

Entendemos por saludo el dirigirse con palabras o gestos a personas con las que nos encontramos, no sólo por sernos muy queridas, sino también por sernos conocidas.
El negar el saludo a alguien supone una indiferencia o frialdad entre las personas que se encuentran. A veces alguien se "hace el tonto" como si no ha visto a quien no quiere saludar, esto denota poco aprecio hacia esa persona. El saludo, como cualquier otro acto humano, puede estar adulterado, ya que lo que es signo de amistad y aprecio puede esconder un mero "cumplimiento", cuando no un acto de hipocresía; esto se nota en actos sociales como puede ser al "dar el pésame", o la "enhorabuena".
No siempre es el mismo saludo para todas las personas, en él se detecta, cuando es sincero, la idea de aprecio y estima, que tenemos hacia la persona que saludamos.
Esta relación humana del saludo la podemos y debemos tener con María, ya que no nos puede ser indiferente en nuestra vida, no sólo por el papel que ha desempeñado en orden a nuestra salvación, desde aquel saludo que le hizo el ángel y al que Ella respondió con "Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra"(Lc.1,38), sino por su continuo cuidado amoroso que tiene con nosotros.

¿ Cómo saludarla?
Toda relación personal es muy distinta entre quienes tienen entre sí el mismo parentesco, pues, no todos los hijos saludan igual a sus padres, sin que tengamos para ello que medir por un baremo el grado de autenticidad del verdadero cariño. El saludo, que como cristianos debemos a Nuestra Madre, no cabe en ninguna estructura prefabricada, cada uno se debe manifestar de una manera muy personal, reflejando en las palabras lo que es María para nosotros, o lo que más nos llama la atención sobre Ella.
Ejemplo de esto lo tenemos en el saludo que de parte del cielo el ángel hizo a María: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo" (Lc.l,28). la palabra clave de este saludo es "llena de gracia", esto es, la colmada de favor y amor divino. La salvación que Dios quería para toda la humanidad, ya la disfrutaba María, esto es lo que distingue a María de todas las demás criaturas humanas.
.- San Andrés de Creta, muerto en el año 740, saludaba a María con el nombre de "Hija de Dios".Sigue la misma trayectoria de la sa1utación angélica, pues, la filiación divina es una consecuencia de la gracia.

.- El religioso premostratense Hernán-José, muerto en 1233, saludaba a la Virgen con el nombre de "Rosa".Es todo un símbolo de belleza y delicadeza.
.- A lo largo de la historia el pueblo español se ha caracterizado por su gran amor y veneración a la Virgen María, en especial hacia su Inmacu1ada Concepción durante siglos y antes de que este dogma fuera definido, lo defendió en Universidades y Seminarios; por eso un saludo muy extendido en nuestra patria, que se oía en las casas cuando a1guien pedía limosna; al acercarse a reuniones familiares, al pedir permiso y entrar en la habitación de un superior, al finalizar una reunión piadosa, al acercarse al Sacramento de la Reconciliación, etc.. .se repetía el consabido saludo de "Ave María Purísima. Sin pecado concebida".

.- Esta devoción mariana española fue la que indudablemente dio origen al saludo de Nicaragua:
"¿Quién causa nuestra alegria?
La Concepción de María."
.- No sólo al dirigirse a María o a personas con idénticas creencias religiosas se ha dado un matiz religioso al saludo, a veces se ha extendido a circunstancias adversas, como durante la batalla victoriosa de los irlandeses contra el escocés Munroe, el "santo y seña" eran las palabras: “Santa María".

Afectuoso sentimiento.
.- San Buenaventura decía que no había corazón que al saludar a Virgen tan amable no se llenase de celestial regocijo, pues, saludando a María, hablamos con la Madre de Dios. Con su corazón enamorado llamaba a María "¡Oh, Robadora de corazones!".
El nombre dulce de María no puede menos, dicen los Santos, de abrasar en amor divino a los que lo pronuncian con amor.

.- La repetición del mismo nombre no tiene por qué cansar al oido, ya que para el que ama de verdad le tiene que saber siempre a nuevo, porque es dulce y suave, nos dice S. Alfonso María de Ligorio.
.- Si siguiéramos el consejo de San Bernardo, su nombre no se apartaría de nuestra boca y nuestro corazón, en las tentaciones, en las dificultades, en cualquier momento repetiríamos sin cesar: ¡María, María…!

.- Aún se conserva en nuestro mundo secularizado la costumbre por parte de algunos devotos fervorosos de la Señora, de encabezar sus cartas con el saludo mariano:¡"Ave María"!.
.- ¡Qué función más correcta cumplen las imágenes, que encontramos en los descansos de las escaleras de algunas casas, en las fachadas de algunos edificios religiosos, en los coronamientos de algunos monumentos...e invitan a quienes pasan a pronunciar un saludo lleno de amor a la Virgen !.