Agradecimiento
a María
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
Todas
las virtudes humanas y cristianas que aparecen en el Evangelio tienen no sólo
su representación, sino su cultivo en la vida de María. La persona
agradecida reconoce el beneficio recibido no como paga o recompensa, sino
como gracia.
El
agradecimiento se cultiva en el interior de las personas de espíritu noble,
siendo al mismo tiempo personas sencillas, humildes, virtudes todas ellas
que a quien las posee le dan una paz y tranquilidad grandes, y
a los que con ella conviven una gozosa felicidad.
María
supo reconocer cómo su grandeza, la de ser Madre de
Jesús, el Mesías esperado, no era fruto de una conquista, o premio
de un esfuerzo, sino para gratuidad por parte de Dios, por eso se lo
agradece públicamente en el canto del Magníficat. Lo que María había
puesto de su parte era una gran dosis de humildad, por eso Dios la eligió,
porque así aparece con más resplandor la acción poderosa de Dios, ya que
lo que el hombre tiene que hacer es no estorbar la acción divina y esto se
consigue en las personas humildes, ellas así lo reconocen.
María
no sólo supo y quiso agradecer los privilegios con que Dios la adornó,
sino que también quiso agradecer lo que el Salvador venía a hacer a favor
de todas las personas; reconoce el cumplimiento de sus promesas hechas
durante tantos siglos, pues, conoce Ella que la fidelidad le es esencial a
Dios.
De
esta manera como persona redimida quiere presentarle su agradecimiento al
esperado Mesías, de cuya venida Ella iba a ser la primera beneficiada con
la única redención preventiva y como consecuencia quería ser la primera
agradecida.
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