Felicitación a María

 

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

 

 

Con motivo de desempolvar las ideas o revivir gestos de personajes  de la historia, solemos celebrar las fechas de los centenarios.

Por estos años en que vivimos, no lo sabemos con precisión, celebramos el bimilenario del nacimiento de María. Ella, después de Cristo, es la persona más importante de la Historia de la Salvación, de la que tan generosamente nos podemos beneficiar los cristianos.

Tenemos motivos, más que suficientes, para presentarle nuestras felicitaciones:

ü     Por ser Ella la única elegida entre todas las mujeres.

ü   Por su gran humildad y reconocer la obra que Dios hizo en Ella y por Ella.

ü    Por su fe inquebrantable ante la monotonía de la vida ordinaria, y las tempestades en momentos claves, como el Calvario.

ü    Por su segura esperanza en el cumplimiento de la Palabra de Dios.

ü     Por su ardiente caridad para con Jesús y vertida a raudales para todos los hombres.

ü    Por su admirable silencio, como crisol de su confianza en Dios.

ü     Por su delicada prudencia, que nunca le hizo ser inoportuna en la vida de Jesús.

ü     Por su infrangible fortaleza ante la dura prueba de la muerte de su Hijo.

Con visión profética Ella nos anunció la estima y apr4ecio que le tendríamos sus hijos en la tierra, y por eso:

ü    La mayoría de quienes la conocen, la aceptan como Madre.

ü     Es declarada patrona y abogada de pueblos, ciudades, instituciones.

ü     Muchos llevan su imagen cerca de su corazón.

Cada artista ha querido dejarnos su concepción de María: Pintores, arquitectos, escultores, poetas, escritores, etc... Recogiendo en un ramillete todas estas manifestaciones de amor a María, le hacemos ofrenda externa del tierno amor que le profesamos y se la brindamos como felicitación.