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Reflexiones
Marianas
Libro:
Es Cristo que pasa
San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Por
Maria hacia Jesús
Una
mirada al mundo, una mirada al Pueblo de Dios, en este mes de mayo que
comienza, nos hace contemplar el espectáculo de esa devoción mariana que
se manifiesta en tantas costumbres, antiguas o nuevas, pero vividas con un
mismo espíritu de amor.
Da alegría comprobar que la devoción a la Virgen está siempre viva,
despertando en las almas cristianas el impulso sobrenatural para obrar como domestici
Dei, como miembros de la familia de Dios.
Seguramente también vosotros, al ver en estos días a tantos cristianos que
expresan de mil formas diversas su cariño a la Virgen Santa María, os
sentís más dentro de la Iglesia, más hermanos de todos esos hermanos
vuestros. Es como una reunión de familia, cuando los hijos mayores, que la
vida ha separado, vuelven a encontrarse junto a su madre, con ocasión de
alguna fiesta. Y, si alguna vez han discutido entre sí y se han tratado
mal, aquel día no; aquel día se sienten unidos, se reconocen todos en el
afecto común.
María edifica continuamente la Iglesia, la aúna, la mantiene compacta. Es
difícil tener una auténtica devoción a la Virgen, y no sentirse más
vinculados a los demás miembros del Cuerpo Místico, más unidos también a
su cabeza visible, el Papa. Por eso me gusta repetir: omnes cum Petro ad
Iesum per Mariam!, ¡todos, con Pedro, a Jesús por María! Y, al
reconocernos parte de la Iglesia e invitados a sentirnos hermanos en la fe,
descubrimos con mayor hondura la fraternidad que nos une a la humanidad
entera: porque la Iglesia ha sido enviada por Cristo a todas las gentes y a
todos los pueblos.
Esto que acabo de decir es algo que hemos experimentado todos, puesto que no
nos han faltado ocasiones de comprobar los efectos sobrenaturales de una
sincera devoción a la Virgen. Cada uno de vosotros podría contar muchas
cosas. Y yo también. Viene ahora a mi memoria una romería que hice en 1935
a una ermita de la Virgen, en tierra castellana: a Sonsoles.
No era una romería tal como se entiende habitualmente. No era ruidosa ni
masiva: íbamos tres personas. Respeto y amo esas otras manifestaciones
públicas de piedad, pero personalmente prefiero intentar ofrecer a María
el mismo cariño y el mismo entusiasmo, con visitas personales, o en
pequeños grupos, con sabor de intimidad.
En aquella romería a Sonsoles conocí el origen de esta advocación de la
Virgen. Un detalle sin mucha importancia, pero que es una manifestación
filial de la gente de aquella tierra. La imagen de Nuestra Señora que se
venera en aquel lugar, estuvo escondida durante algún tiempo, en la época
de las luchas entre cristianos y musulmanes en España. Al cabo de algunos
años, la estatua fue encontrada por unos pastores que —según cuenta la
tradición—, al verla comentaron: ¡Qué ojos tan hermosos! ¡Son
soles!
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