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Reflexiones
Marianas
Libro:
Es Cristo que pasa
San
Josemaría Escrivá de Balaguer
Por
Maria hacia Jesús
San
Juan conserva en su Evangelio una frase maravillosa de la Virgen, en una
escena que ya antes considerábamos: la de las bodas de Caná. Nos narra el
evangelista que, dirigiéndose a los sirvientes, María les dijo: Haced
lo que El os dirá. De eso se trata; de llevar a las almas a que se sitúen
frente a Jesús y le pregunten: Domine, quid me vis facere?, Señor,
¿qué quieres que yo haga?.
El apostolado cristiano —y me refiero ahora en concreto al de un cristiano
corriente, al del hombre o la mujer que vive siendo uno más entre sus
iguales— es una gran catequesis, en la que, a través del trato personal,
de una amistad leal y auténtica, se despierta en los demás el hambre de
Dios y se les ayuda a descubrir horizontes nuevos: con naturalidad, con
sencillez he dicho, con el ejemplo de una fe bien vivida, con la palabra
amable pero llena de la fuerza de la verdad divina.
Sed audaces. Contáis con la ayuda de María, Regina apostolorum. Y
Nuestra Señora, sin dejar de comportarse como Madre, sabe colocar a sus
hijos delante de sus precisas responsabilidades. María, a quienes se
acercan a Ella y contemplan su vida, les hace siempre el inmenso favor de
llevarlos a la Cruz, de ponerlos frente a frente al ejemplo del Hijo de
Dios. Y en ese enfrentamiento, donde se decide la vida cristiana, María
intercede para que nuestra conducta culmine con una reconciliación del
hermano menor —tú y yo— con el Hijo primogénito del Padre.
Muchas conversiones, muchas decisiones de entrega al servicio de Dios han
sido precedidas de un encuentro con María. Nuestra Señora ha fomentado los
deseos de búsqueda, ha activado maternalmente las inquietudes del alma, ha
hecho aspirar a un cambio, a una vida nueva. Y así el haced lo que El os
dirá se ha convertido en realidades de amoroso entregamiento, en vocación
cristiana que ilumina desde entonces toda nuestra vida personal.
Este rato de conversación delante del Señor, en el que hemos meditado
sobre la devoción y el cariño a la Madre suya y nuestra, puede, pues,
terminar reavivando nuestra fe. Está comenzando el mes de mayo. El Señor
quiere de nosotros que no desaprovechemos esta ocasión de crecer en su Amor
a través del trato con su Madre. Que cada día sepamos tener con Ella esos
detalles de hijos —cosas pequeñas, atenciones delicadas—, que se van
haciendo grandes realidades de santidad personal y de apostolado, es decir,
de empeño constante por contribuir a la salvación que Cristo ha venido a
traer al mundo.
Sancta Maria, spes nostra, ancilla Domini, sedes sapientiæ, ora por
nobis! Santa María, esperanza nuestra, esclava del Señor, asiento de
la Sabiduría, ¡ruega por nosotros!
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