Maria
maestra de la fe
Padre Tomás Rodríguez Carbajo
El
Concilio Vaticano II nos dice lo que es la fe: “Una actitud por la cual el
hombre se confía todo él libremente a Dios, que se le revela, prestándole
la adhesión total de su entendimiento y de su voluntad, asintiendo
libremente a lo que Dios revela” (D. V. Nº 6)
María
vivió profundamente la fe, por eso nos sirve a todos como modelo a
seguir.
Analizando
la definición antes mencionada nos encontramos con que:
ü
La fe es una respuesta a
Dios que se nos comunica.
María
conocía lo que Dios había dicho a su pueblo y estaba dispuesta a responder
siempre positivamente como lo vemos en la anunciación a través de todos su
vida.
ü
La fe es una actitud y por
lo tanto afecta al ser de la persona, es algo no de temporada o accidental,
sino una continua disposición ante Dios.
María
siempre mantuvo la misma postura: La esclava del Señor, sin que los
vaivenes de la duda hicieran mella en su alma.
ü
La fe es una adhesión, es
decir, implica a toda la persona: Inteligencia, voluntad y sentimientos.
María
antes de ser madre fue creyente, y nunca dejó de serlo. Lo que le dijo el
ángel era el apoyo que tenía “Para Dios nada es imposible” (Lc. 1,37).
Si
a todos nos cuesta creer a María mucho más, pues, en la medida en que
penetramos en la vida de Dios tiene que ir desapareciendo todos los apoyos
humanos para contar sólo con Dios.
Una
característica de la fe es la oscuridad, por eso el fundamento en que se
cimenta tiene que ser muy sólido: Dios es fiel y nunca fallará, aunque no
siempre se le comprenda.
¡Cómo
le costaría a María el aceptar que aquel Niño, que nacía de Ella en
circunstancias humanas nada o poco acogedoras, era el Hijo de Dios! ¡Qué
prueba de fe tuvo María al ver morir de aquella manera a Jesús! María nos
enseñó con su vida la fe, que es un ver y juzgar con criterio de Dios, que
no siempre coincide y muchas veces se opone a los criterios humanos.
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