María, auxilio en carretera

 

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

 

A todos nos gusta en momentos de apuro tener a alguien a nuestro lado, que nos preste su ayuda.

Es nuestro caminar hacia Jesús, meta de nuestra vida, siempre encontramos junto a nosotros a María, quien está siempre presta a socorrernos. Ella conoce su puesto dentro de la Iglesia y sabe cumplirlo con más exquisita disponibilidad. La experiencia nos confirma esta continua protección de María sobre cada uno de sus hijos, por eso acuden a Ella y la invocan conforme a su situación en que se encuentren como “Auxilio de los cristianos”, “Refugio de los pecadores”, “Consoladora de los afligidos”, etc... En el transcurso de todas estas invocaciones hay una fe en María,  que ocupa un lugar preeminente en la Iglesia y desde él  intercede y pide a su Hijo por nosotros.

Nuestra condición de peregrinos hace que estemos sujetos a dificultades de viaje, a veces emanadas de nuestra condición de personas humanas, como son deficiencias, egoísmos, etc..., otras veces proporcionadas por el ambiente que nos rodea y nos invita a nos seguir, a dejar la empresa comenzada. Cuando las fuerzas nos faltan, cuando la monotonía nos aplana, cuando las energías se debilitan siempre las dificultades, y a no claudicar después de tropezar o caer en nuestro caminar hacia la santidad.

Siempre que necesitamos ayuda ya la pedimos, la encontramos en María, la experiencia nos confirma lo que dice San Bernardo en la conocidísima oración del “Acordaos... que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección haya sido abandonado de Vos...”

Nos alienta y da confianza en este caminar diario el saber que Alguien no sólo se interesa, sino que nos presta su ayuda.