Maria de siempre

 

Padre Tomás Rodríguez Carbajo

 

 

Es muy importante conocer el valor de lo que nos rodea para hacer una jerarquía. El valor de las cosas les viene dado a veces por su naturaleza, otras por su utilidad.
A las personas hemos de valorarlas no por lo que tienen, sino por lo que son. La dignidad de personas es para todos la misma, pero a algunas se les añade un valor por el puesto que han ocupado en la vida, a veces éste ha sido único, irrepetible y necesario, así le ha sucedido a María, pues, a su condición de persona, sin tener en cuenta su origen ni estado social, hay que añadirle la del puesto insustituible que ha ocupado: Ser Madre del Salvador de los hombres. La salvación ha sido necesaria para todos los hombres, de ahí que María ha sido, es y será una persona de la que no se puede prescindir.
La historia de la Salvación ya tiene en sus albores el anuncio de la presencia de María, inseparable de Cristo en su lucha contra el mal (Gn. 3,15); en la medida en que avanza el momento de la realización de la salvación se nos va dibujando cómo será la Madre del Salvador, por ejemplo, virgen y madre (Js. 7,14).
Cuando Cristo realiza la salvación de lo hombres, María está íntimamente unida a El por ser su Madre y ha querido que fuese nuestra Corredentora. Realizada la salvación, en la aplicación de los méritos de Cristo a nuestra vida por medio de la Iglesia, María sigue estando presente, lo estuvo en Pentecostés (Hch. 1,14) y lo ha estado a través de toda la vida de la Iglesia, la historia nos confirma que un cristiano tiene que ser mariano, como ha dicho Pablo VI en la homilía del 24 de abril de 1.970.
María colaboró a nuestra Redención y continúa ayudándonos en su condición de Abogada y Medianera. 
Toda la importancia de María le viene dada por su ser: Madre de Cristo. La encontramos junto a El no sólo en las imágenes, sino en la vida de cada cristiano pues, como nos dice el P. Fáber: “Donde Cristo no está en clara luz, es que la Virgen quedó en la sombra”.
Cristo no pasa, es actual, porque es necesario y como a María la encontramos junto a Él, podemos decir: 
María no es sólo de ayer.
María no es sólo de hoy,
María es de siempre.