La Santísima Virgen

Los gestos y acciones de María

Padre Antonio Rivero, L.C.


1. Visitó a su prima Isabel para ayudarla: es la caridad que se hace pies para recorrer estos caminos en busca de alguien a quien socorrer; caridad que se hace manos para ayudar a quien está imposibilitado; caridad que da un poco de su tiempo por aquel que necesita de mi ánimo y aliento.

2. Lo envolvió en pañales: es el gesto más humano que nos narran los Evangelios. Nada de terciopelo, ni de seda, ni de pañales especiales, tejidos con hilo de oro y traídos por los ángeles de los talleres del cielo. ¡No! Más bien, unos simples pañales de tela, como los de los hijos de los hombres humildes y pobres. ¡Cómo Dios ha santificado incluso las cosas más sencillas, más pobres...al experimentarlas Él mismo en persona! En todo como nosotros, excepto en el pecado. 

3. Lo llevó al templo: es el gesto del ofrecimiento a Dios de su Hijo; el gesto de la consagración. Lo primero que hay que hacer al tener un hijo es llevarlo a Dios, para recibir de Él la bendición, la protección...para darle gracias por el nuevo hijo que Él nos ha dado.

4. Meditaba todo en su corazón: es el gesto del alma contemplativa, ensimismada y absorta en las cosas de Dios. Cuando no entendía algo, no consultaba a su mente, a sus conocimientos, a sus criterios. Más bien, se metía en ese rincón interior que es el alma, donde reside Dios, y allí hablaba con Él, con su Creador y Señor.

5. Buscó a su Hijo en el templo: cuando tengamos la desgracia de perder a Dios, a Jesús, ¿dónde buscarlo, si no es en el templo, en los sacramentos, en la Iglesia? ¡Aquí siempre está!

6. Fue a una boda: gesto también muy humano; quiere participar de nuestros pequeños y grandes gozos humanos. Ella no es una extraterrestre, una semidiosa, que se desentiende de nuestras pequeñas alegrías terrenas. 

7. Visitó a su Hijo en el apostolado: es el gesto de la preocupación sincera de una madre por la misión de su Hijo. Con su presencia quiso expresar a su Hijo el apoyo, el sostén, el aliento. Aunque no pudo estar al lado de su Hijo en el Apostolado, pues no era su misión específica, sin embargo, en su corazón siempre estuvo acompañando a Jesús.

8. Estuvo firme al pie de la cruz: es el gesto de la fidelidad en los momentos difíciles. El Papa Juan Pablo II dijo en México, en su primera visita pastoral, en 1979: “Toda fidelidad debe pasar por la prueba más exigente: la de la duración. Por eso, la cuarta dimensión de la fidelidad (búsqueda, acogida, coherencia y constancia) es la constancia. Es fácil ser coherente por un día o algunos días. Díficil e importante es ser coherente toda la vida. Es fácil se coherente en la hora de la exaltación, difícil serlo en la hora de la tribulación. Y sólo puede llamarse fidelidad una coherencia que se prolonga a lo largo de toda la vida. El “Fiat” de María en la Anunciación encuentra su plenitud en el “Fiat” silencioso que repite al pie de la cruz. Ser fiel es no traicionar en las tinieblas lo que se aceptó en público” (Ciudad de México, 26 de enero de 1979). ¡Cuán grande y cuán heroica en estos momentos la obediencia de la fe demostrada por María ante el designio de Dios! ¡Cómo se abandona en Dios sin reservas, prestando el homenaje del entendimiento y de la voluntad a ese Dios, cuyos caminos son inescrutables!