La Santísima Virgen

Los mensajes de María en las apariciones

Padre Antonio Rivero, L.C.


1. En Lourdes (1858):

a) Orad por los pecadores y por el mundo
b) Haced penitencia, penitencia, penitencia
c) Construyan aquí un Santuario y que vengan todos

2. En Fátima (1917):

a) Orad mucho y haced penitencia por los pecados contra mi Hijo, contra mi Corazón Inmaculado y por la conversión de los pecadores. "Recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores, miren que van muchas almas al infierno por no haber quien se sacrifique y ruegue por ellas".
b) Rezad el rosario todos los días en honra de nuestra Señora del Rosario, pidiendo la paz y el fin de la guerra. Después de cada decena decid: "Oh, Dios mío, perdonad nuestras culpas, libradnos de las penas del infierno y llevad al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de vuestra Misericordia".
c) Si se hace caso de mis súplicas, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, Rusia extenderá sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Muchas naciones serán aniquiladas. Y al final, mi Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia
d) Construyan aquí un Santuario en mi honor; Soy Nuestra Señora del Rosario.

3. En Medjugorje (1981): 

a) Convertíos y retornad a Dios para obtener la paz
b) Orad y leed la Biblia
c) Ayunad
d) Confesaos


"Si se levantan los vientos de las tentaciones, si tropiezas con los escollos de la tentación, mira a la estrella, llama a María. Si te agitan las olas de la soberbia, de la ambición o de la envidia, mira a la estrella, llama a María. Si la ira, la avaricia o la impureza impelen violentamente la nave de tu alma, mira a María. Si turbado con la memoria de tus pecados, confuso ante la fealdad de tu conciencia, temeroso ante la idea del juicio, comienzas a hundirte en la sima sin fondo de la tristeza o en el abismo de la desesperación, piensa en María. En los peligros, en las angustias, en las dudas, piensa en María, invoca a María. No se aparte María de tu boca, no se aparte de tu corazón; y para conseguir su ayuda intercesora no te apartes tú de los ejemplos de su virtud. No te descaminarás si la sigues; no desesperarás si la ruegas; no te perderás si en ella piensas. Si ella te tiene de su mano, no caerás; si te protege, nada tendrás que temer; no te fatigarás si es tu guía; llegarás felizmente al puerto si Ella te ampara"(San Bernardo, Homilía sobre la Virgen Madre, 2).