María al pie de la Cruz: Maternidad Espiritual

D.P. Gonzalo Sandoval Romero

"Junto a la Cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, Maria, mujer de Cleofás y Maria Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre: "Mujer, ahí tienes a tu hijo", luego dice al discípulo: "Ahí tienes a tu madre" y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa" (Jn 19,25-27).

La herencia cultural de Occidente y de las regiones cristianas evangelizadas en el tiempo del Barroco, polariza la función de Maria al pie de la Cruz de Cristo como la "dolorosa". La liturgia celebra la "Transfixión" de la Virgen en dos etapas: La del anuncio de Simeón: "Una espada te atravesará el alma" (Lc 2, 35) y la del cumplimiento "Junto a la Cruz..." (Jn 18,25).

Si Jesús es el varón de dolores, avezado al sufrimiento, si es a quien traspasaron, su Madre puede llamarse la Mujer de Dolores. Ella está cerca no tanto de la Cruz como del Crucificado: "Estaban en pie, junto a la Cruz de Jesús, su Madre..."

Juan 19, 25-27, ha sido a lo largo del tiempo interpretado de diversas maneras, pero la Iglesia pone de manifiesto, el momento de la misión de Maria. En el Siglo IV se vislumbra el alcance eclesial del episodio; las palabras de Jesús, tienen una intención que supera a una esfera doméstica de madre e hijo, para dilatarse a toda la comunidad cristiana. Al decir a su Madre "Mujer, ahí tienes a tu hijo", y al discípulo: "Ahí tienes a tu madre", Jesús constituye a Maria, madre de todos los discípulos, representados en el discípulo amado allí presente. Por tanto, la Virgen es madre espiritual de todos los creyentes; es madre de la iglesia, por la voluntad de Cristo. Esta interpretación la asume el Concilio Vaticano II, tomando la Encíclica Mystici corporis de Pío XII y en ella toda la tradición anterior refrendada por los Sumos Pontífices.

Cuando Jesús entrega a su Madre al discípulo lo vemos como la maternidad de Maria en la economía de la gracia que perdura sin cesar desde el momento del "SI" dado fielmente al día de la Anunciación y que mantuvo sin vacilar al pie de la Cruz hasta la consumación perpetua de todos los elegidos.

Fuente: elcatolicismo.com.co