Simplemente María

Miguel Patiño H., smm

El Concilio Vaticano II, Pablo VI y Juan Pablo II, recogen de manera sólida y vital, lo mejor que se puede decir de María a lo largo de los siglos. 

El Concilio, en la Constitución sobre la Iglesia (LG), presenta a María en relación con Jesucristo, la Iglesia y la vida de cada cristiano. En la historia de salvación, ella aparece, libre y eficazmente, unida al Redentor desde la Encarnación hasta la Cruz. Es la nueva Eva que repara la incredulidad y la desobediencia de su predecesora. En el 'Sí’ de la Anunciación, María 'se consagró totalmente como esclava del Señor, a la Persona y a la obra de su Hijo' (LG 56). Su `Sí' es total y misionero. María es Madre, Figura y Modelo de la Iglesia ya que con su Hijo ayudó eficazmente a la regeneración humana (LG 61-64). Por ello, Pablo VI la proclamó Madre de la Iglesia, es decir, de todos los redimidos. María y nuestro Bautismo son inseparables. La auténtica devoción a María consiste en imitar sus virtudes (LG 67). Pablo VI en "Marialis Cultus" dejó una guía bíblica y teológica para renovar el Culto y las devociones a María. Insiste en las dimensiones Trinitaria, Cristocéntrica y Eclesial del Culto a María y en 4 orientaciones: bíblica, litúrgica, ecuménica y antropológica... ¡Ah si los católicos conocieran la presencia de María en la Historia de Salvación y no vivieran apegados de manera a veces interesada, agresiva, excluyente y poco ecuménica a una advocación o aparición de moda! La mejor 'aparición' de María se encuentra en la Biblia y en su relación con los misterios centrales del cristianismo: la Santísima Trinidad, la Encarnación y la Redención. Juan Pablo II es el Papa del Totus tuus y del Rosario. El Totus tuus, es decir, la fórmula abreviada de la consagración total a Jesús por María, sintetiza toda su espiritualidad mariana y misionera. Recuerdo con asombro lo que dijo en Roma el 13 de octubre del año 2000: "Repitiéndole a diario Totus tuus y viviendo en sintonía con ella, se puede llegar a la experiencia del Padre mediante la confianza y el amor sin límites (cf. VD 169 y 215), a la docilidad al Espíritu Santo (cf. VD 258) y a la transformación de sí según la imagen de Cristo (cf. VD 218-221)". 

Juan Pablo II dejó como testamento póstumo su Carta sobre el Rosario. Propone el Rosario como oración muy bíblica, cristocéntrica y contemplativa. Acentúa la contemplación de cada misterio para configurarnos con Cristo. Ojalá que en este mes de Mayo tenga lugar destacado en la vida de las familias y parroquias, pero siguiendo las orientaciones de Juan Pablo II.

VD: Verdadera Devoción, San Luis de Monfort.

Fuente: elcatolicismo.com.co