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María, madre de la divina gracia
José Rivera, José María Iraburu
La
maternidad espiritual de María implica que ella es la dispensadora de la
gracia divina. Jesucristo, ciertamente, es el único mediador (LG 60),
pero María, con todo fundamento, «es invocada en la Iglesia con los títulos
de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora», pues «la mediación única
del Redentor no excluye, sino que suscita en las criaturas diversas clases
de cooperación, participada de la única fuente. La Iglesia no duda en
confesar esta función subordinada de María, la experimenta continuamente y
la recomienda a la piedad de los fieles, para que, apoyados en esta protección
maternal, se unan con mayor intimidad al Mediador y Salvador» (62). También
esta doctrina tiene, lo veremos ahora, una profunda tradición en la
Iglesia.
Benedicto
XIV dice que la Virgen «es como un río celestial por el que descienden las
corrientes de todos los dones de las gracias a los corazones de los mortales»
(bula Gloriosæ Dominæ 27-IX-1748: DM 217). Pío VII llama a María
«dispensadora de todas las gracias» (breve Quod divino 24-I-1895:
DM 235). León XIII enseña que «nada en absoluto de aquel inmenso tesoro
de todas las gracias que consiguió el Señor, nada se nos da a nosotros
sino por María, pues así lo quiso Dios» (ep. apost. Optimæ quidem
spei 21-VII-1891: DM 376). San Pío X enseña que María, junto a la
cruz, «mereció ser la dispensadora de todos los tesoros que Jesús nos
conquistó con su muerte y con su sangre. La fuente, por tanto, es
Jesucristo; pero María, como bien señala San Bernardo, es "el
acueducto"» (enc. Ad diem illum 2-II-1904: DM 488-489). Pío XI
afirma que la Virgen María ha sido constituida «admnistradora y medianera
de la gracia» (enc. Miserentissimus Redemptor 8-V-1928: DM 608). Pío
XII dice que el Señor hizo a María «medianera de sus gracias,
dispensadora de sus tesoros», de modo que «tiene un poder casi inmenso en
la distribución de las gracias que se derivan de la redención» (radiom.
13-V-1946: DM 734, 737). Pablo VI confiesa que el Señor hizo a María «administradora
y dispensadora generosa de los tesoros de su misericordia» (enc. Mense
maio 29-IV-1965).
Una
enseñanza tan reiterada en la Iglesia ha de considerarse como una doctrina
de fe: ciertamente María es para todos los hombres la dispensadora de
todas las gracias. Juan Pablo II destaca «la solicitud de María por
los hombres, el ir a su encuentro en toda la gama de sus necesidades», como
en Caná de Galilea: «No tienen vino». «Se da una mediación: María se
pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones,
indigencias y sufrimientos. Se pone "en medio", o sea, hace de
mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre,
consciente de que como tal puede -más bien "tiene derecho de"-
hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres. Su mediación, por lo
tanto, tiene un carácter de intercesión: María "intercede" por
los hombres» (Redemptoris Mater 21). A esa maternal mediación de
intercesión acuden siempre, llevadas por el Espíritu Santo, las
generaciones cristianas, que dicen una y otra vez: «Santa María, Madre de
Dios, ruega por nosotros».
Fuente: gratisdate.org
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