María y San Vicente 

Claude Lautissier, cm

 

Cuando se evoca a San Vicente, nadie piensa calificar sus andares espirituales, en hablar de su devoción mariana y menos todavía de la teología que deriva de ella. Vicente es el hombre de la Encarnación. Su práctica del Evangelio es una larga reflexión sobre el Cristo encarnado, Evangelizador de los pobres. 

Sin embargo, no se puede quitar a San Vicente su amor por la Madre del Redentor. Vicente tiene conciencia de su presencia discreta y humilde a lo largo de su vida. No deja de invocarla y de darla por ejemplo. Para Vicente, María tiene un lugar privilegiado en el misterio de la Salvación. A imagen de lo que se puede leer en los evangelios Ella es quien cuida, sin hablar, sino en la alabanza del Magnificat, de los hijos que Dios le confió por amor, como le confió su Hijo único. 

LOS TRES MISTERIOS DE MARÍA SERVIDORA

Son tres misterios que fundamentan la devoción que tiene Vicente a la Virgen y en los cuales las tres virtudes tienen su origen. 

- La Anunciación : la humildad

Es por excelencia el misterio de los humildes. María representa a esa muchedumbre de pobres que ponen su esperanza en Dios y a quienes Dios contesta por amor. Vicente nos recuerda que “es en esa pobre gente que se conserva la auténtica religión, una fe viva; creen sencillamente sin escudriñar”. (XI, 201) . Es en este misterio que la humildad de María se revela magníficamente. Es una humildad anunciadora que permite que la obra de Dios se encarne; entonces « démonos a Dios para hacer su obra” (X, 102) y «no endurezcamos nuestro corazón, recurrimos a la Santísima Virgen, rezándole para que nos alcance de su Hijo, la gracia de participar de su humildad que le hace decirse la servidora del Señor.» (X, 536).

- La Visitación : la caridad 

La visita a los pobres es la continuidad de la visita de María. Se trata de llevar a Cristo yendo a su encuentro y dejándose interpelar por el más pobre que lleva en sí la imagen divina. Vicente utiliza a menudo este Misterio para explicar a las Hijas de la Caridad la necesidad de la visita a domicilio. También les dice que esta Visita debe hacerse con un corazón lleno de Dios, “hay que hacerlo en vista de Dios solo, y como la Santísima Virgen lo hizo visitando a Santa Isabel, es decir con dulzura, amor y caridad” (IX, 258).

- La Inmaculada Concepción : la sencillez:

Es el momento preciso para hablar de esto. Dios “no encontró una más digna de esta gran obra (la Encarnación) que la Purísima y Inmaculada Virgen María” (XIII, 35) . Vicente nos invita a hundirnos, con sencillez, en este amor infinito ofrecido a María para que se convierta en la madre de su Hijo y servidora del Reino.

Con sencillez, María no deja nunca de dar gracias a Dios por el don misterioso de su Inmaculada Concepción. Así nos enseña el camino de la alegría en el servicio evangélico de los más pobres. 

QUIEN ES MARIA PARA VICENTE,? 

Vicente nos indica sólo lo que María es para él. Ella es la guía discreta en el camino difícil del Evangelio. Nos remite constantemente a Él. María recibió en su carne virginal el Hijo que Dios le encargó alimentar y del cual cuidó sin parar, a pesar de la incomprensión y de la espada en su corazón. “Recogía en su corazón las palabras divinas, se llenaba de ellas y las meditaba después, de tal modo que no perdía nada de todas sus encuentros. Si la Virgen... no dejaba de recoger precisamente las palabras sagradas de su Hijo, que no deberíamos hacer para intentar conservar en nuestros corazones la unción de su Santa Palabra.” (IX, 404) Desde entonces, es el modelo ejemplar de los que quieren seguir a Cristo dándose a Él: «Ella es Servidora, Servidora humilde, y el ejemplo de la Santísima Virgen debe servirles.» (IX, 87) . Ejemplo y modelo de la servidora: tales son las palabras que definen exactamente a María, un modelo ejemplar de cualidades sobre las cuales nuestra meditación nunca se agotará : 

- María es totalmente obediente a Dios: “honremos sin embargo el consentimiento de la Santísima Virgen al bueno placer de Dios por la muerte de su Hijo.» (VII, 419) 

- María es modestia misma : «Tenía tan grande modestia y pudor que se turba sin mirar al ángel.» (IX, 87) 

- María es discreta: «mantenerse retirado como lo hacía la Santísima Virgen, no hacer visitas inútiles y hablar poco.» (IX, 340) 

- María está sin pecado : «la Santísima Virgen nunca pecó.» (lX, 616) 

- Maria es quien intercede : «Roguemos a la Santísima Virgen que pida a su Hijo por nosotros.» (X, 105) 

- María es humilde : «Por qué Dios miró a la Virgen? Lo dice ella misma: es por mi humildad.» (X, 327) y Vicente se dirige a María : «es por su humildad que Dios ha hecho obras grandes en Usted.» (X, 395) 

- María es perfecta : «Sólo Jesucristo y la santísima virgen han sido sin imperfección. » (X, 479) 

- María es llena de gracia : «Cuando el ángel saludó a la Santísima Virgen, empezó por reconocer que estaba llena de las gracias del cielo.» (XII, 326) 

- María es virgen : «Su madre permaneció Virgen y fue siempre casta.» (XII, 415) 

- María es inmaculada : «(Dios) no encontró una más digna de esta gran obra que la Purísima e Inmaculada Virgen María.» (XIII, 35) 

- María es perseverante : «perseveró en medio de todas las dificultades que se presentaron durante la vida y hasta la muerte de Nuestro Señor.» (XIII, 794) 

Todas esas cualidades y virtudes permiten entender la Misión de María y pueden así resumirse en una sola: 

- María es la Servidora del Señor : «Bueno! Es Dios quien lo dice entonces; soy la servidora del Señor; hágase en mi según su palabra! Eso significa: ecce ancilla. Y después se dice : (...) El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.» (X, 570) o bien «(El Hijo) la hizo decir la servidora del Señor cuando la escogía para ser su madre.» (X, 326). 

Estamos muy lejos de una definición “teológica” del misterio mariano. Vicente confía en ese movimiento popular que se aferra a la oración a María, sin olvidar el sentido más importante que tienen ante sus ojos: María, servidora de Dios, Santísima Virgen, es quien nos lleva a su Hijo único, y es en este sentido que puede recibir nuestra oración. 

María es para siempre la Humilde Servidora de Dios y la que nos pone en este camino difícil del servicio evangélico al más pobre. A su manera. María nos lleva a cada uno a Cristo, pues solo en él encontramos al Pobre y que podemos amarle con Amor gratuito. Así, hoy, como ayer, “tenemos que trabajar y hacer reinar Dios soberanamente en nosotros y en los demás.» (II, 97) .