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Cuando
pensamos en María lo primero que me viene a la mente es su grandeza
proveniente de su condición de madre de Dios, peor no olvidemos que
esta dignidad Ella no la mereció, ni tampoco fue fruto de un
concurso. De un brillante currículo, sino fue pura gracia de Dios,
esto no impide el que María tuviera una base humana muy digna de
tener en consideración.
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El
atractivo de María es
que sirve de modelo. No está fundamentado en algo externo:
Distintos ropajes, modas, costumbres, sino en su valía interior que
nunca pasa de moda: Sus sentimientos e inquietudes.
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Lo
que hace grande a la persona no son los problemas ante los que se
tiene que enfrentas, sino el modo como lo sabe encajar en su vida.
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María
fue una mujer enormemente decidida en su vida. Cuanto tiene que
tomar una resolución seria lo hace sin titubeos y con decisión.
Esto indica el temple de su voluntad, la coherencia que lleva en su
vida, pues, si como buena judía conocía lo que Dios había hecho
con su pueblo, la fidelidad por parte de Dios para cumplir siempre
lo que prometía, Ella no dudó en responder siempre sí a los
planes de Dios, aunque no los comprendiera.
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Mirándonos
en el espejo de María la contemplamos no como una joven ñoña,
indecisa, desconfiada, sino de una fe desbordante respecto a Dios, y
de un espíritu de servicio y entrega respecto al prójimo.
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El
hombre y la mujer de hoy que se considera autosuficiente y por lo
tanto pasa de Dios como si no tuviera nada que ver en su vida; confía
más en la tecnología, fruto del esfuerzo del hombre, que en la
providencia de Dios, ve en contraste el actuar de María quien
siempre anda en la presencia de dios y no duda en hacer lo que Dios
le pide.
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El
hombre de hoy tendrá más avances técnicos, pero estos no le
quitan el vacío, la soledad, la desolación, la frustración.
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La
grandeza humana de María está en:
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Su
firmeza en las decisiones.
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Su
fortaleza en las adversidades.
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Su
rectitud de intención en todo su actuar.
î
Su
plena disponibilidad para hacer lo que Dios le pide.
Éstas
y muchas más cualidades hacen de María:
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Una
mujer de gran temple en su actuar.
î
Una
mujer plenamente feliz porque Dios la llena.
î
Una
mujer satisfecha porque se siente amada por Él.
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Las
costumbres, las modas, lo superficial... cambia, pero lo que es
valioso sigue permaneciendo: Los valores del espíritu, que son los
que María cultivó.
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