Aprendiendo con María a vivir la Eucaristía

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Porque María estuvo presente en medio de la Iglesia primitiva, después de la resurrección y ascensión de su Hijo Jesucristo. Ella, junto con los apóstoles y los primeros discípulos, vivió las primeras eucaristías. 
Por eso, el Papa Juan Pablo afirma que “María puede guiarnos hasta este Santísimo Sacramento, porque tiene una relación profunda con él.” A tal punto es verdad esto, que no duda el Papa en llamarla la mujer eucarística. Pero María no es la mujer eucarística solo por ser de las primeras en participar de la Eucaristía, toda su vida es quien la constituye, la mujer eucarística, siempre guía y modelo para toda la Iglesia.
Hay un paralelo y alegoría entre María como esposa y como madre con la Eucaristía. Si el matrimonio es una alianza y la eucaristía también, María hizo una alianza con el mismo Dios, cuyo verdadero esposo era el Espíritu Santo, concibiendo al Hijo de Dios y dándole la realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando en sí lo que en cierta medida se realiza sacramentalmente en todo creyente que recibe, en las especies del pan y del vino, el cuerpo y la sangre del Señor.
La alianza matrimonial de la Virgen María, como la alianza de todos los esposos, llevó a la Virgen, por una parte, a una fidelidad total, hasta el punto de hacer la voluntad de Dios como su esclava. Y por otra parte, permaneció en el amor con José y con su Hijo Jesús, hasta estar toda su vida junto a Cristo y no solamente en el Calvario. 
La Virgen María vivió como todo padre de familia, la dimensión sacrificial de la Eucaristía, siendo víctima junto con su Hijo, en la cruz, mediante su compasión, pero desde antes, aceptando la espada de dolor que atravesó su alma por causa de su Hijo. 
También la Virgen, no solo recibió a Jesús eucarístico, sino que asumió su compromiso de darle forma en la comunidad de sus seguidores, los cristianos, a quienes recibió al pié de la cruz, en la persona de Juan, como sus hijos.

Fuente: apostoloteca.org