Identidad mariana de la Iglesia

Padre César Palomino Castro, CMF

La «identidad» de la Iglesia se encuentra principalmente en el modelo mariano: «Se consagró totalmente como esclava del Señor a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención» (LG 56; cf. RMa 40). María, por cada una de las gracias recibidas y por cada uno de sus títulos, es siempre «Tipo» de la Iglesia. Es, pues, modelo (ejemplo, figura), personificación e instrumento.
María está «íntimamente unida con la Iglesia» (LG 63). «Con ella y como ella» (RMi 92), recibe al Verbo bajo la acción del Espíritu Santo, en un proceso de escucha, respuesta y donación. Marialis cultus expone el paralelismo Maria-Iglesia, como Virgen oyente, orante, oferente, Madre (MC 17-20). En María, la Iglesia encuentra el modelo de «consagración total a la persona y a la obra de su Hijo», para «convertirse en causa de salvación para si misma y para todo el género humano» (LG 56).
María es siempre modelo de la fe de la Iglesia. Se trata de una fe vivencial y comprometida, de quien «avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz» (RMa 2; LG 58). En esta «peregrinación en la fe... María precedió... y sigue precediendo» a la Iglesia como su personificación (RMa 5-6). Es una actitud de aceptación plena de la Palabra divina, así como de unión incondicional con sus designios de salvación por Cristo y en el Espíritu Santo (cf. RMa 12-19).
Al subrayar el titulo mariano de Tipo de la Iglesia, el Vaticano II señala la línea vivencial y misionera: «La Bienaventurada Virgen, por el don y la prerrogativa de la maternidad divina, con la que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y dones, está unida también intimamente a la Iglesia. La Madre de Dios es Tipo de la Iglesia, en el orden de la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo» (LG 63).
En el título mariano de Tipo o figura, la Iglesia se encuentra a sí misma:
— personificada en María y unida plenamente a Cristo;
— realizada ya en María, aunque de camino hacia la plenitud en Cristo;
— virgen fiel y madre fecunda como María, en el anuncio y comunicación del misterio de Cristo;
— llamada como María a la asociación esponsal con Cristo.
La relación entre María y la Iglesia deriva hacia la misión de colaborar en la obra salvífica. Jesús continúa asociando a María como Madre y Tipo de la Iglesia, actuando en el mundo por medio de signos eclesiales. María pertenece plenamente al principio fontal de la Iglesia, que es Cristo. Por esto, la Iglesia, al identificarse con María, se siente más unida al Señor, a los planes salvificos del Padre, a la acción del Espíritu Santo y a la obra de salvación universal.