Subes,
Santa María, Virgen y Madre
porque,
mientras estuviste con nosotros en la tierra,
ye
dejaste llevar por la Palabra que, suavemente, bajaba del cielo.
Subes,
Santa María, porque Dios no puede permitir
que,
tanta belleza, quede escondida y corrompida
por
lo que, a los demás, un día nos ocurrirá.
Subes,
Santa María, y se abren las puertas del cielo
con
la misma rapidez, y de par en par,
como
se abrieron las de tu corazón en aquel día de Nazaret.
Subes,
Santa María, ¿subes o te llevan?
¡Te
lleva, Virgen y Madre!
¡Te
lleva el Dios que te enamoró!
¡Te
lleva, a su lado, el Dios que cautivó tu corazón!
¡Te
lleva, cerca de su trono, Aquel que por un Ángel te habló!
Subes,
Santa María, para recibir el premio por tanta locura de amor
Subes,
Santa María, para ser coronada por el mismo Dios
¿Subes,
María, o te suben?
¡Te
ascienden, María!
Te
ascienden para que nos señales el camino a los demás
Para
que, viendo el destello de tu gloria,
no
olvidemos el sendero que une el cielo con la tierra
Para
que, entrando Tú, como lo hizo el Hijo,
un
día también nosotros podamos gozar, bailar,
festejar,
cantar y saborear lo que, en este día,
Tú
contemplas y sientes al ser elevada.
¡Felicidades,
María!
¡Felicidades
por este premio que Dios te concede!
¡Felicidades
por estar tan cerca del trono de la Gloria!
¡Felicidades
por haber cumplido tanto y tan bien!
¡Felicidades
por ser referente en nuestra vida de fe!
¡Felicidades
por no conocer la corrupción!
¡Felicidades
por tanto amor en el cielo!
¡Felicidades
por ser Madre en la tierra!
¡Felicidades,
y no olvides, guiarnos desde el cielo!
Amén.