Milagrosa hospitalidad de María a dos religiosos

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Refieren las Crónicas Franciscanas que, yendo dos frailes a visitar un santuario de la Virgen, les sorprendió la noche en la espesura de un bosque. Aunque llenos de miedo y angustia, se resolvieron a seguir adelante. Poco después creen ver una casa. Llegan, llaman a la puerta, y desde dentro preguntan: “¡Quién va!” “Somos unos frailes que vamos en peregrinación; hemos sido sorprendidos por la noche en el bosque y buscamos albergue”. Se abre la puerta y los reciben con toda cortesía dos pajes ricamente ataviados. Los frailes les preguntaron quién vivía en aquella mansión. Los pajes les contestaron que allí vivía una señora sumamente piadosa. “Quisiéramos darle las gracias por su generosa hospitalidad...” “Vamos a saludarla –dijeron los pajes– porque la señora gustará de hablaros”. Al subir las escaleras vieron todas las habitaciones iluminadas y ricamente amuebladas. En ellas se respiraba una fragancia desconocida. En la mejor de las estancias estaba la señora de porte muy distinguido y sumamente hermosa, que los recibió con gran afabilidad y cortesía. Les preguntó por el objetivo de su viaje, a lo que respondieron los frailes: “Vamos en peregrinación al santuario de María”. “En ese caso –repuso la señora– cuando os vayáis, os daré una carta que os será de mucho provecho”. Mientras les hablaba la señora, se sentían inflamados en amor de Dios, gozando de una alegría hasta entonces desconocida. Después se retiraron a descansar, pero apenas pudieron conciliar el sueño por la dicha que inundaba sus corazones.

A la mañana siguiente, después de despedirse de la señora dándole las gracias por tal acogida, siguieron su camino. Apenas se habían alejado un corto espacio de la casa, advirtieron que la carta de la señora no tenía dirección. Volvieron sobre sus pasos buscando la casa de la señora, pero no dieron con ella. Abrieron finalmente la carta para ver a quién iba dirigida, y vieron que iba dirigida a ellos mismos y que era de la Virgen santísima. Por el contenido se dieron cuenta que la señora con quien habían hablado la noche pasada y que los había alojado, era la Virgen María, quien por la devoción que le tenían, les había deparado en medio del bosque hospedaje y alimento. Les exhortaba a que siguieran sirviéndola, que ella los socorrería toda la vida. ¿Quién podrá describir las acciones de gracias que aquellos buenos religiosos tributaron a la Madre de Dios? ¿Quién podrá expresar cómo se les acrecentaron los deseos de amarla siempre y de servirla?

Fuente: Las Glorias de María. San Alfonso María de Ligorio