Aparición de María a un devoto suyo

Autor:

Refiere el P. Silvano Razzi que un devoto clérigo, muy amante de nuestra reina María, habiendo oído alabar tanto su belleza, deseaba ardientemente contemplar, siquiera una vez, a su señora, y humildemente le pedía esta gracia. La piadosa Madre le mandó a decir por un ángel que quería complacerlo dejándose ver de él, pero haciendo el pacto de que en cuanto la viera se quedaría ciego. El devoto clérigo aceptó la condición. Un día, de pronto, se le apareció la Virgen; y él, para no quedar ciego del todo, quiso mirarla tan sólo con un ojo; pero enseguida, embriagado de la belleza de María, deseó contemplarla con los dos, mas antes de que lo hiciera desapareció la visión.

Sin la presencia de su reina estaba afligido y no cesaba de llorar, no por la vista perdida de un ojo, sino por no haberla contemplado con los dos. Por lo que la suplicaba que se le volviera a aparecer aunque se quedara ciego del todo. Y le decía: Feliz y contento perderé la vista, oh señora mía, por tan hermosa causa, pues quedaré más enamorado de ti y de tu hermosura. De nuevo quiso complacerle María y consolarlo con su presencia; pero como esta reina tan amable no es capaz de hacerle mal a nadie, al aparecerse la segunda vez no sólo no le quitó la vista del todo, sino que le devolvió la que le faltaba.

Fuente: Las Glorias de María. San Alfonso María de Ligorio