Mujer de Evangelio para un mundo nuevo 

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Flor del Carmelo, 
viña florida, 
esplendor del cielo, 
Virgen fecunda, 
singular. 

¡Oh Madre tierna, 
intacta de hombre!, 
a los Carmelitas, 
proteja tu nombre. 
¡Estrella del mar! 

MARIA nos introduce en tres momentos: 

La oración 
Intimidad con Dios 
Escucha de la Palabra 
Los primeros erminaños del Carmelo construyeron en medio de sus celdas una Capilla. Fue el centro de sus vidas, en donde cada día se eunían para celebrar juntos la Santa Misa. Esta capilla se la dedicaron a la Bienaventurada Virgen María.

Con este gesto, el primer grupo de Carmelitas la escogió como Patrona, comprometiéndose a su fiel servicio y esperando de ella confiadamente su protección. Estaban orgullosos de llevar el título de "Hermanos de la Bienaventurada Virgen María" y defencieron este título con energía, cuando vieron amenazado el dercho a llevar este nombre.

María siempre dispuesta a cumplir la voluntad de Dios.
María acató la voluntad de Dios cuando se le pidió ser la Madre del Salvador. Ella meditó todos los acontecimientos de su vida y fue capaz de ver en ellos la mano de Dios en acción. María no se ensorbeció por su especialísima vocación, sino alabó al Señor por haber mirado su humildad y haber hecho grandes cosas con Ella. Estuvo con Jesús al comienzo de su ministerio público cuando, en las bodas de Caná, le informó de la precaria situación: "No tienen vino". María lo asistió en su muerte en la cruz y allí se convierte en Madre de todos los creyentes. 

Al principio de las Actas de los Apóstoles encontramos a María en el Cenáculo, junto con los otros discípulos, orando y esperando la llegada del Espíritu Santo.

Fuente:  monasteriosantateresa.org