No macular la Inmaculada

 

Padre José Ignacio González Faus S.J.

 

Perdónanos, María, por tanto como te hemos
desfigurado.
No fue mala voluntad sino fruto del cariño.
Pero así somos los hombres: que parece
que no podemos querer si no es configurando
al otro a imagen de nuestros pequeños deseos ...
Así te hicimos Reina
a ti, la que cantaba a Dios porque derriba
a los poderosos de sus tronos.
A Ti que nunca llevaste más brillo
que el de tu propia limpieza,
te atiborramos de alhajas
-sólo para bendecir esas joyas ostentosas
que nunca deberían llevar nuestras mujeres-.
Te dedicamos congresos y homenajes
cuyo único objetivo parecía ser
que no se hablase
de los temas vidriosos, incómodos,
difíciles y vivos.
Te hicimos aparecer a unos y a otros
para condenar revoluciones y afanes de
progreso a Ti que callabas siempre. Que sólo hablaste una vez
para pronunciar las palabras más subversivas de
la historial.
Compréndenos María: ¿puede un hijo
resignarse a saber tan poco de su madre?
De Ti sólo sabemos que callabas,
que guardabas en tu corazón lo que no
[entendías";
pero «estabas» allí, al pie de aquel patíbulo'
que recapituló todas las cruces de la historia.
Nosotros no entendimos tu silencio,
no supimos que Él es quien te enseñó a decir
"hágase-".
y a alabar al Señor porque mira a los humillados,
y es el Dios de los pobres, y despide
vacíos a los ricos, los poderosos y los fatuos',
Enséñanos al menos a creer en ese Dios, y en
ningún otro,
ni aunque nos lo predique un ángel o un obispo;
y aunque esa fe nos obligue a decir
«hágase» muchas veces.
Perdónanos, María, si también te pedimos
que con todos tus nombres:
de Montserrat, de Macarena o del Rocío,
de Aránzazu, el Pilar o Tchestochowa,
vengas un día a devolver todas tus joyas,
para que no deformen tu pureza,
y sirvan a los pobres de la tierra.
Hazlo Tú, Madre: pues quienes deberíamos
hacerlo
no tendremos valor para ello, aunque lo pidan
los Papas o la Tradición de nuestra Iglesia.
Ya tantas mujeres, benditas contigo,
hermanas tuyas en tanta discreción no
aparente, en servicio callado y en dolor secreto,
libéralas por fin sin alharacas
y sin que introyecten modelos masculinos
como sus ideales de persona.
y déjame cantar contigo que mi alma
glorifica al Señor porque te hizo.